domingo, 17 de octubre de 2010

Los Cines de Ayer (por Malpaso Domínguez)



Echaban NO-DO y dos películas de ésas
que tú detestas y me chiflan a mí,
llenas de amores imposibles y
pasiones desatadas y violentas
                                                                      Juan Manuel Serrat- Los fantasmas del Roxy.  


Los Cines de Ayer
           
            Todos tenemos recuerdos de un mundo pasado, que solemos idealizar; ese tiempo no tiene  porque ser mejor, pero  es nuestro tiempo, es nuestra joya perdida, nuestra bolitas de mercurio que se nos escaparon de la mano, en algún momento, sin poderlas atrapar, porque desgraciadamente ya se nos fueron. Como amante de cine, y de todo lo relacionado con él, quiero inaugurar mis escritos en esta incipiente Voz, con un artículo sobre aquellos cines que fueron parte de nuestra infancia, de nuestra juventud. Alguien con más años podría hablar del Teatro Mora, del Jardín Cinema, del cine Colón o  del cine Park, yo no los conocí pero seguro que hay miles de recuerdos asociados a la películas que echaron en ellos, relacionado con la imagen y el sonido  en una pantalla grande. Seguro que esos  recuerdos irían relacionado con  aquel actor con el  que en algún momento soñábamos parecernos o imitar,  aquella actriz que nos enamoraba, con los primeros amigos, con la primeras salidas en grupo, con esa tarde donde acudir a una sala oscura y pasar el tiempo junto a nuestros héroes significaba todo en la vida, con la alegría de ser partícipe de algo extraordinario, algo  que nos evadiera de una realidad que nos limitaba.

Yo hablaré de los que me llegaron por la edad, nací en 1965, y que forman ya parte de mí. Aquellos locales, hoy ya tristemente desparecidos, donde empecé a ver, en los setenta y los ochenta,  las películas que luego en cierto sentido marcarían mi vida. 

Fueron, esos locales, una especie de oasis, lugares hermosos e inolvidables. Fueron cines con encanto, con personalidad, con ese olor al ambientador tan característico, cines con su ambigú, donde comprábamos las chocolatinas o los paquetes de frutos secos, con su acomodador que te acompañaba con su linterna hacia tu asiento cuando llegabas tarde. Fueron cines donde se entraba casi gritando, acompañados de los amigos llenos, repletos de ilusión para  pasar dos horas imbuidos de aventuras por los cuatros costados.  Cines en donde uno  era por momentos un pirata sin patria, en busca de un tesoro y el amor de una dama; un vaquero solitario, que disparaba más rápido que nadie; un luchador de artes marciales, que luego demostraba sus habilidades recién adquiridas antes los colegas; un soldado de la Legión Francesa, obstinado  hasta la últimas consecuencias en la esperanza de recuperar el honor perdido en las más duras condiciones de un desierto interminable; un explorador en la selva africana, en busca de los tesoros de una civilización olvidada por el tiempo. 

Más tarde, en ellos descubrimos que además de la aventura, el cine era algo más, nos empezamos a aficionar a un determinado género, a unos actores que nos gustaban y  algunas actrices que nos seducían; comprendíamos que detrás de la cámara había alguien con un estilo especial de contar las cosas, o que aquel compositor nos hacía disfrutar especialmente con sus sinfonías. 

Crecíamos amando el cine, pero no nos dábamos cuenta que ese mundo terminaba, los cines tal y como los conocimos murieron. Valga este artículo como recuerdo  de un mundo que ya no volverá, un mundo en donde acudir a una sala oscura a ver una película era un acontecimiento. Hoy las cosas se hacen de otro modo, ni mejor ni peor,  pero eso es otra historia. 

                                                                                                                               Continuará......

2 comentarios:

  1. Nada que ver con los multicines de ahora. Recuerdo el Odiel y el Fantasio en la Isla Chica, qué buen ambiente los días que además había fútbol en el Colombino, que por cierto demolió Rodri. Cuánto se nos sigue yendo, Piojito

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  2. Aún está en pie el Jardín Cinema, en la Avenida de Santa Marta, cerca de la Plaza Huerto Paco. He intentado entrar varias veces a hacer algunas fotos, pero es imposible, está cerrado a cal y canto por unos okupas

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