jueves, 21 de octubre de 2010

Los Cines de Ayer: El Cine de los Maristas (por Malpaso Domínguez)

Eran días de algodón de azúcar,
pantalón corto y lluvia mojando un verano azul.
Eran mis primeros días de cine,
las primeras cicatrices que el amor tatuó en mi piel.
Sesión continua (Ismael Serrano)




"55 días en Pekín"

He puesto intencionadamente el principio de 55 días en Pekín, película Bronston por los cuatro costados, con un inconmensurable Charlton Heston, como  una de de tantas de aventuras, que vi en mi infancia en un cine en cierto sentido tan mágico como fue el de los Maristas

Como fue rodada en  España, en los famosos estudios de este judío loco, que a principio de los 60´s  se instaló en nuestro país, con la idea de convertirlo en el nuevo Hollywood, entre las banderas que ondean al principio de la película, acompañadas de los himnos nacionales sale la de España, ¡que orgullo para nuestra nación!. 

Las películas Brostons idearon un mundo magnifico, a escasos kilómetros de Madrid, un mundo tan loco como imposible. El imperio Broston, creado por un personaje más grande que la vida, tuvo un reinado tan llamativo como breve. La película de Nicholas Ray, sin llegar a ser una obra maestra, es un producto muy digno y puedo asegurarles que a un niño ocho años, trasladarle a la China de principios del siglo XX, durante la rebelión de los bóxers, era algo para recodar. 


El cine de los Maristas, ¡que vivencias!, fue el primero, el cine de mi infancia. La sesión solía ser los sábados por la mañana,  cuando con ocho o nueve años me acerqué por primera vez a la sala oscura.  

 En el ponían reposiciones, no era un cine de  estreno, allí vimos películas de romanos como La túnica Sagrada, con Richard Burton, Jean Simmons y Victor Mature, Quo vadis, con Robert Taylor, Deborah Kerr y Peter Ustinow y péplum como  Ullisses,  con Kirk Douglas y  Silvana Mangano, alguna de Maciste y  también de Hércules. Allí vi por primera vez Lawrence de Arabia y comprobé la inmensidad del desierto. 

El cine de que echaban en los Maristas entroncaba con el cine más popular, con la infancia que debemos recuperar,  en él se veía bien una del oeste, de piratas o de aventuras. Fue mi primer cine, cuando empecé a saber lo que era ver una película en pantalla grande y comprender el encanto de esa magia. Tengo un recuerdo repleto de colores, de luz y aún me llega el aroma de la sala y el encuentro de las primeras pandillas que nerviosas esperaban la película al grito de: “… Que empiece ya que el público se va”.


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