martes, 16 de noviembre de 2010

Los Cines de Ayer: El Palalcio del Cine (por Malpaso Domínguez)


 1976.-  EL PALACIO DEL CINE.- Tiburón (La morada del miedo)

La mer
au ciel d'été confond
ses blancs moutons
avec les anges si purs
la mer bergère d'azur infinie.
                                                                       Charles Trénet- "LaMer"
(El mar
en el cielo de verano se confunden
las nubes blancas
con los ángeles puros

el mar, pastor azul sin límite.)

  

Hoy sería poco recomendable llevar a un niño de once años a ver un  película donde un escualo de casi diez metros se llevaba casi toda el metraje desmembrando miembros  de los bañistas de una concurrida comunidad playera, pero en los setentas no había quizás tantos miramientos con la infancia, ni tanta pedagogía de manual. 

Lo cierto es que mis padres, inconscientes ellos, me llevaron a ver una película americana de título tan breve como aterrador  Tiburón.  Este acontecimiento   fue unos de mis primeros recuerdos de ir al cine comercial, al cine de estreno. Con esa edad la impresión que  causó, este Tiburón blanco de dimensiones gigantesca y voracidad atroz, en mi  fue absoluta. 

Sigo  aún sin  comprender  cómo mis padres me llevaron al Palacio del Cine, un lustroso y coqueto local en la calle Bejar  a ver esta película, pudo ser un acto poco reflexivo, un acto que huía de cualquier manual educacional  pero sea como fuera se los agradezco. Con Tiburón,  empecé a amar el cine. 



El Palacio de Cine era un local de estreno, céntrico,  donde echaban películas de primera clase. No era un cine grande y sus sillas eran algo incomodas, lo cual evitaba que  cuando te metías en algún bodrio no cayeras en los brazos de Morfeo con la facilidad con la que esto podía ocurrir por ejemplo en El Emperador.

Lo explotaba la empresa de Sánchez Ramade que también había  tenido El Terraza Palacio, un cine  de verano en la calle Plus Ultra, donde ahora se asienta las dependencias municipales y anteriormente los Almacenes Arcos, que yo no llegué a conocer. 

Allí también vi con mis padres Rocky, la primera, la buena, pero si tengo que elegir entre las andanzas del monolítico y pétreo Stallone en su lucha por el título mundial de los pesados contra el poderoso Apollo Creed, y la de ese atroz pez que te atrapa de miedo y pavor durante toda la película, la elección es clara.  

Jaws, título original, de la  película lo tenía todo, el inagotable atractivo del mar, el peligro acechante que se oculta bajo  la inmensidad azul del océano, seres enormes y peligrosos. Tiburón nos lleva al mundo de la aventura, nos acerca a Moby Dick, sobre todo  en ese personaje, interpretado con una fuerza inusual por el inolvidable Robert Shaw, un cazatiburones, intransigente y encallecido que parece solo tiene un objetivo en su vida, cazar al “gran tiburón”. 

La película nos intriga, nos deja con la boca abierta durante su metraje, en una gesta épica, protagonizada por individuos comunes y corrientes, con un final donde nuestro personaje favorito muere, porque quizás solo para los verdaderos héroes no hay salvación.

Cuando salí del cine todavía embobado por esas dos horas de miedo insuperable, me acerca con reverencia al cartel y me fijé en su director un tal Steven Spielberg, y decidí en ese momento que este no iba a ser un cualquiera en mi vida.

El Palacio de Cine, ilustre nombre para un local más bien modesto y algo incomodo, fue un cine de entidad en nuestra ciudad.  Cuando finalmente  desapareció, su destino fue particularmente triste. Si el final  de un cine para convertirse en un bingo, tienda de grandes almacenes, supermercado es cuando menos algo deprimente, este local donde tantas aventuras se vivieron, donde tantos sueños se convirtieron en imágenes es ahora una apagada oficina de  atención a los usuarios de la Seguridad Social. Los sueños se volvieron burócratas. 





2 comentarios:

  1. Buena peli en sus tiempos, había "acojono" después de verla en las playas, tu gritabas ¡Tiburón! en la orilla, y la gente salía espetada del agua. Com bien dices Juan, cuando salías del cine, salías con miedo, miedo que aumentaba por el casos de asesinato que hubo frente del cine, un hombre degollaba a su mujer, en fin esa calle a mí, me infundió miedo en su momento.

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  2. Totiliano, buen comentario el tuyo porque abre un capítulo donde podemos trabajar, yo lo titularía la Huelva Negra, hace falta datos y documentos pero seguro que si se hace es un exito.

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